Creo en un mundo en el que si nos tocásemos más, de forma consciente, viviríamos mejor.
Un mundo en el que el tacto y el contacto ayuda a estar presente, a conectarnos con nosotras mismas y con otras personas, regularnos, corregularnos y vivir en nuestra propia piel.
El sentido del tacto es humano, somos contacto. Nos regulamos y corregulamos sintiéndonos. Uno de nuestros tantos sentidos que nos permite relacionarnos con el mundo, con las personas, con la vida.
Un tacto con sentido es un tacto con propósito, con intención, siendo conscientes de su importancia y sacralidad. Sintiendo lo que nuestro cuerpo nos dice y no sólo lo que la mente piensa. Permitirnos sentir a través del tacto desenreda patrones, hábitos, creencias, tradiciones… y nos conecta con la esencia.
Y también, el tacto con sentido es consentido, consentimos tocarnos con apertura y límites. Abriéndonos a lo que venga con los límites que marquemos. Abriendo el corazón sin olvidarnos de nuestra esencia, necesidades y querencias.
Tacto con sentido. Tacto consentido. Sentido del tacto.